La errónea percepción del monto de dinero con el que contamos puede desencadenar problemas en la salud mental. Es decir, cuando pensamos que tenemos más dinero del que tenemos realmente y gastamos en función a ello. A esto se le conoce como “dismorfia del dinero”. En este contexto, Sheyla Cubas, psicóloga y docente de la Universidad Tecnológica del Perú (UTP), explica en qué consiste y cómo abordarlo.
“Este no es un término psicológico reconocido oficialmente, ya que no se encuentra dentro de los manuales de diagnóstico, como el DSM-V O CIE10. Sin embargo, la “dismorfia del dinero” se entiende como una percepción errada o distorsionada de que se tiene más capital, que en realidad no existe. Esto se puede manifestar en obsesión por el dinero, insatisfacción crónica, comparación constante con otras personas, estrés, ansiedad y comportamientos compulsivos”, indica.
Mayormente, las personas que padecen de ello corresponden a las generaciones que nacieron o crecieron con internet. Según el estudio MorningConsult de 2023, las generaciones millennials y centennials son más susceptibles a la “dismorfia del dinero” por la influencia de los medios y las normas culturales.
Asimismo, la psicóloga precisa que los factores que contribuyen a desarrollarla son las normas sociales y culturales que valoran la riqueza, las experiencias relacionadas a la escasez económica, la presión familiar o de los pares sobre mantener un nivel de ingresos, la sobreexposición a medios que promuevan estilos de vida lujosos y su relación con la idea de felicidad, así como problemas de autoimagen y autoestima que lleven a la búsqueda de la validación extrema.
Síntomas y posibles soluciones
La docente de la UTP puntualiza que existen diversos signos y síntomas que podrían indicar que una persona está luchando contra esta dismorfia, tales como la preocupación y la ansiedad constante por el dinero, las comparaciones constantes en términos materiales, los problemas en las relaciones interpersonales, entre otros.
Por otro lado, indica que existen terapias que suelen ser efectivas para contrarrestar este problema. “Se debe priorizar el autocuidado, así como el tratamiento multidisciplinario, que incluye terapia cognitivo-conductual, terapia de grupo, asesoramiento financiero y, solo para algunos casos, medicación, recetada por un profesional, para tratar síntomas de ansiedad, depresión o compulsiones. También el entorno de la persona puede ofrecer apoyo emocional, fomentando la comunicación abierta a alguien que lucha contra la “dismorfia del dinero””, sostiene.
Finalmente, Sheyla menciona que el reconocimiento de este problema juega un papel primordial. “El principal desafío frente a este problema es que no está clasificado como un trastorno, ya que se asume que es parte de un hábito financiero inadecuado”, explica.